Es una de las tres grandes torres de Viladecans. Es la única cuyo nombre conserva la referencia al color del material con que fue construida, ya que todas las torres de la ciudad son rojas.
Se la conoció también como Torre Marcusa, Torre Sança y Torre Burgesa, haciendo alusión a los nombres de sus propietarios más destacados. Hay quien dice que esta es la torre de Almafar, una antigua torre atalaya, pero este extremo no ha sido probado por la arqueología.
Los Burgés fueron sus amos a partir del siglo XIII. De acuerdo con el sistema feudal. Dominaron el pueblo y su término como si fuese un pequeño estado de su propiedad: la Quadra Burgesa.
Una gran piedra roja como la de la torre, se encontró hace años junto a la playa de Viladecans, prácticamente oculta entre la arena: marcaba el límite de esta Quadra. Hoy, este hito puede contemplarse entre los tesoros del Museu de Viladecans.
La mayor parte de las ventanas de la torre son añadidas en las diferentes reformas de época moderna y contemporánea, ya que sus grandes dimensiones las inhabilitan para la función defensiva para la que se construyó (es posible que tan solo respondan a este fin las del tercer piso de la torre central). También parecen tener la misma finalidad los matacanes, cajas de obra voladas que permitían el lanzamiento vertical de proyectiles para proteger las zones vulnerables de la fortaleza.
Areniscas rojas
El material de construcción de la Torre-roja son las areniscas rojas que se encuentran en el territorio de montaña de los actuales municipios de Gavà y Begues. Esta arenisca forma parte del planeta desde hace miles de años: se formó en un tiempo geológico correspondiente al período Triásico, en el que empezaron a vivir los dinosaurios en el planeta.
Estas piedras son fáciles de extraer y de tallar, por ello se usaban para los grandes edificios de Viladecans y también para ennoblecer determinados elementos arquitectónicos de las masías, como en arcos y marcos de puertas y ventanas, entre otros usos.
Castillo de l'Eramprunyà. La amenaza
Esta torre se erigió para proteger a la gente de este territorio de los peligros que pudieran llegar por la riera de San Climent, que en parte de su trazado, constituía el camino medieval que comunicaba con Sant Climent y de allí continuaba hacia Begues y el castillo de l’Eramprunyà.
Finalmente, de l'Eramprunyà
Desde el siglo X, Viladecans quedó incluido dentro del término del castillo de l’Eramprunyà, la circunscripción costera de la frontera con el Islam. A partir del siglo XIII, tuvo término propio, dominado por los Burgés, señores de Viladecans y ciudadanos honrados de Barcelona, donde ejercieron cargos municipales.
*Traslado del privilegio otorgado por el rey Jaume I a Guillem Burgès, sobre Gavà, Viladecans y la Quadra Burgesa, de 13 de abril de 1265. Fotografía de Climent Raventós. AMVA, Colección pergaminos.
Jaume March I
En 1323, el tesorero real Pere March, compró a Jaume II el castillo de l’Eramprunyà y su término. Desde entonces los March intentaron apoderarse progresivamente de los diferentes señoríos incluidos en el término de su castillo, pero no lo consiguieron con Viladecans y la Torre Burgesa.
*Aymerich de Cunit presta homenaje a su señor, Jaume March, por la casa de la Sentiu. Libro de la Baronía. Reproducción fotogràfica de Fulgenei Tutusau.
Los límites de la Quadra Burgesa
El término de la Quadra Burgesa se extendía desde la riera de Sant Climent hasta la riera de Fonollar y desde el mar hasta al turó de Montbaig. Era un señorío subordinado al castillo de l’Eramprunyà e independiente del de Viladecans, con alcaldes y Universidad (lo que ahora llamamos Ayuntamiento), documentados desde 1529 hasta 1830.
Una gran piedra roja como la de la torre, se encontró hace años junto a la playa de Viladecans, prácticamente oculta entre la arena: marcaba el límite de esta Quadra. Hoy, este hito puede contemplarse entre los tesoros del Museu de Viladecans.
Nuevos propietarios y propietarias
El señorío llamado Quadra de la Torre-roja perteneció hasta el 1638 a la familia Salavardenya. Desde 1674 hasta el 1925 formó parte de las propiedades de los Barrera, después Alòs, marqueses de Puerto Nuevo, y en 1925 pasó a Mercè Pratmarsó.
CUNA DEL BEISBOL, SEDE DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Hoy el edificio está ocupado por diversas dependencias administrativas. A su lado se encuentra el famoso “Guante de beisbol”, una escultura de Alberto de Udaeta inaugurada el 11 de julio de 1991, durante la celebración de la X Copa Intercontinental de Beisbol, conmemorando de esta forma un deporte de gran importancia dentro la historia reciente del municipio: Viladecans se convirtió en la capital deportiva de la liga española de beisbol, inaugurándose el año 1992 el remodelado Estadio Municipal. Gracias al beisbol, la ciudad fue una de las subsedes de los Juegos Olímpicos de Barcelona.